La proliferación de desfibriladores en Málaga contrasta con la falta de formación para su uso entre el ciudadano
Un viandante señala al desfibrilador que hay en el paseo marítimo de La Malagueta. /
En la capital hay 627 aparatos de este tipo, pero los expertos advierten de que no sirven si no se combinan con medidas básicas de reanimación
La muerte súbita llega sin ningún tipo de aviso. El miocardio se contrae sin control, con hasta 300 pulsaciones por minuto, cuando lo normal son de entre 60 a 100 contracciones. El corazón, en este punto, apenas bombea ya sangre. Durante cinco, diez, a veces, también, quince segundos. Entonces llega el ‘shock’ y la persona se desploma de manera fulminante. Situaciones así se repiten casi a diario. El 061 atiende en Málaga unas 230 paradas cardiorespiratorias al año. Un ejemplo dramático es el que se ha vivido hace una semana con la muerte de un futbolista de trece años, que cayó fulminado durante la disputa de un partido con el Puerto Malagueño. Pero también hay desenlaces felices, como el de Ramón Mora. Hace justo un año, este vecino de la Victoria se dirigía al AC Málaga Palacio para tomarse una copa con su mujer.
En la puerta del hotel se desplomó sin que sintiera un aviso previo en forma de pinchazo o mareo. Una reanimación cardiopulmonar llevada a cabo de manera correcta le salvó la vida. Cuando llegó el personal de emergencias, su corazón ya volvía a latir. El 85% de las muertes por parada cardíaca está precedido por las mencionadas fibrilaciones. El desfibrilador, como su nombre indica, es un aparato que, a través de una descarga eléctrica, es capaz de invertir el proceso. Si se usa en los primeros cinco minutos, las posibilidades de supervivencia aumentan en un 70%. Para ello, es imprescindible tener un desfibrilador a mano lo antes posible. Un objetivo que se marcó la ciudad con su programa de ‘Málaga Cardioprotegida’, que se ha traducido en un
despliegue de 627 desfibriladores que, a su vez, se reparten por todos los distritos, en edificios públicos y privados, al aire libre e, incluso, en los autobuses de la EMT. Hasta el punto de colocar a Málaga como una de las ciudades mejor dotadas a nivel europeo.
Vídeo.
Así se realiza la maniobra de reanimación con un desfibrilador.
La Unión Europea recomienda tener un desfibrilador por cada 1.000 habitantes. La proliferación de estos aparatos en Málaga, sin embargo, contrasta con la falta de formación para su uso entre los ciudadanos e invita a concienciar sobre el aprendizaje de maniobras básicas de reanimación.
Médicos y servicios de emergencias como el 061 o el 112 coinciden en la importancia de formar a los ciudadanos en el uso de desfibriladores y maniobras básicas de reanimación. ¿Para qué sirve este aparato si nadie sabe utilizarlo? Fernando Ayuso es el director general del 061 y atiende a SUR. No hay duda de que un desfibrilador puede salvar vidas y nadie está exento de una parada cardíaca. «Málaga es una de las ciudades europeas con más desfibriladores por habitante. Son aparatos fundamentales para luchar contra la muerte súbita. Y eso tiene que venir acompañado de una formación necesaria. Hay que sensibilizar al ciudadano de lo importante que es que sepa actuar», resalta.
La localización exacta de los 627 desfibriladores se puede consultar en la web desfibriladores.malaga.eu. Según los datos aportados por el 061, en el 30% de las paradas cardíacas que atiende el personal de emergencias, existe una atención previa por parte de algún testigo. Sube al 60% si se incluyen los casos en los que, por casualidad, se encuentra algún profesional sanitario cerca. Un porcentaje que demuestra que hay margen para mejorar.
El esfuerzo por acrecentar la formación entre el ciudadano se traduce en iniciativas públicas e privadas. El 061 organiza las llamadas cardiomaratones, en las que se forman a miles de jóvenes en el uso de desfibriladores y maniobras de reanimación. El Ayuntamiento, en el marco del mencionado programa ‘Málaga Cardioprotegida’, realiza formaciones continuas y gratuitas en los distintos distritos de la capital. Ángel García, médico intensivista jubilado, coordina muchos de ellos. Cuando se le pregunta por si el ciudadano sabe utilizar un desfibrilador, se cristaliza la falta de formación: «Hay muchas carencias aún en el manejo». «Nosotros damos muchos cursos. Suelen ser cursos de 30 plazas, pero nos cuesta completarlos», añade y pide una mayor concienciación sobre este aspecto.
Más posibilidades
El desfibrilador ha supuesto un salto cualitativo. Pero las técnicas de reanimación cardiopulmonar clásicas siguen siendo, no obstante, imprescindibles. La combinación de ambos aumenta las posibilidades de supervivencia. Cada minuto cuenta. «El tiempo es clave. La actuación, si se hace en los primeros cuatro minutos, ofrece una garantía de éxito altísima, sin que queden secuelas», explica García.
Cómo hay que proceder en caso de emergencia explica María Victoria de la Torre, también médico intensivista, que colabora en el proyecto de ‘Málaga Cardioprotegida’. «El trabajo en los más jóvenes es clave. Hay que formar en los institutos, crear una cultura del primer auxilio», insiste antes de detallar los pasos que hay que dar para iniciar la cadena de supervivencia: comprobar si la persona respira, llamar a emergencias, pedir ayuda a otra persona, arrodillarse al lado de la víctima, apoyar el talón de la mano sobre el esternón y entrelazar las manos, descargar 30 impulsos, dos veces insuflar aire sobre la boca y, por último, colocar el desfibrilador.
Ana Celia González, la directora del 112 en Málaga, también describe una situación en la que se ha avanzado mucho en la instalación de desfibriladores. «Se está trabajando mucho y hay desfibriladores en todos los espacios de la ciudad en los que confluye mucho público. Además, se está haciendo un esfuerzo grande por acompañar esta instalación de aparatos con la correspondiente formación».